Álvaro Romero Bernal me ha dado un respiro. Menos mal. Recientemente, las novelas contemporáneas que leo suelen decepcionarme. Pecan, en su mayoría, de demasiado lirismo, demasiada forma y escaso fondo. He leído novelas de autores consagrados y premiados, valga como ejemplo Los abismos, de Pilar Quintana, que obtuvo el Premio Internacional de Novela de la editorial Alfaguara, uno de los certámenes referentes en español. La novela es un auténtico bodrio, un continuo bostezo. No se entiende que una novela así haya obtenido tal galardón. Digo todo esto porque vengo comprobando también que la buena literatura, las buenas historias, hay que buscarlas ya alejadas de los premios y los nombres reputados.
Tal es el caso del escritor Álvaro Romero Bernal (Los Palacios y Villafranca, 1979), que acaba de consolidarse como un referente de la narrativa andaluza con su reciente novela, Solo los muertos no caducan (Ediciones en Huida). Completa así una trilogía precedida por Pulpa de Limón (Ediciones en Huida, 2015) y El resplandor de las mariposas (Ediciones en Huida, 2018). Esta tercera entrega es la mejor, sin duda, la que mejor aúna fondo y forma. Se trata de una novela espléndida en la que no hay episodios o secuencias que den paso al tedio o al intento de abandono. Todo en ella es acción, pero una acción que es, además, buena dicción.
Sinopsis
El lector disfrutará de un relato ambientado en la reciente pandemia, aunque sus raíces se anclan en las décadas anteriores. El narrador es el protagonista de los hechos principales, es una especie de antihéroe que, desde su culta ingenuidad, va revelando una red de corrupción por blanqueo de dinero, ya muy consolidada en el pueblo, y en la que están implicados altos cargos de la sociedad.
La novela se estructura en tres partes: Muertos, Purgatorio y Vivos. Todo muy bien urdido porque los muertos tienen un papel esencial en el libro. Para mí son el verdadero motor de la trama. El purgatorio hará referencia a un lance que el protagonista debe afrontar, gracias al cual nos llegará su testimonio de lo acaecido, pues el narrador se convertirá en una especie de Cervantes que escribe en cautividad. Y los vivos, que son vivos en tanto que no han muerto pero también en el sentido calificativo de la palabra, pues también puede entenderse como un adjetivo. Y es que los vivos de la novela, a excepción del protagonista, son todos muy vivos. Dejémoslo ahí.
Los diálogos, lo mejor de la novela de Álvaro Romero Bernal
Pero lo mejor son los diálogos, sin duda. Impecables, una muestra de ingenio. Su máximo esplendor lo logra el personaje más redondo del relato: Modesta, la muerta más viva —en el buen sentido de la palabra— del mundo de ficción del autor. Cada vez que aparece Modesta, sienta cátedra. El personaje es un compendio de la sabiduría popular, me ha recordado al mejor realismo mágico de Juan Rulfo en Pedro Páramo o García Márquez en Cien años de Soledad. Modesta es la voz de la conciencia del narrador-protagonista, que adopta el mismo nombre del autor y se llamará Álvaro.
Permítanme citar una escena en la que los diálogos son una verdadera delicia:
Un escritor que merece más reconocimiento
Por todo ello, reivindico un mayor reconocimiento para este autor. No es fácil aunar buena literatura y al mismo tiempo lograr una buena historia que contar. Con esta novela se acierta de pleno. Supongo que, más pronto que tarde, el talento de Romero Bernal se hará un hueco en el panorama literario nacional y el gran público y las grandes editoriales claudicarán ante su talento.
Más sobre el autor
Álvaro Romero ha publicado, además de su trilogía narrativa, un poemario titulado Tantos amos y yo amando, de sutil belleza y muy cargado de referencias al mundo actual. También ha alcanzado éxito con Déjate de cuentos, una obra que reúne 10 cuentos que invitan a la reflexión.
El autor, además de escritor, es doctor en Periodismo y columnista en El Correo de Andalucía. Ejerce actualmente como profesor de Lengua española y Literatura en Secundaria y Bachillerato, pero también en el Aula de la Experiencia de la Universidad de Sevilla.
