Miguel Ángel Hernández logra la asfixia del lector en su magistral novela ‘Anoxia’

Miguel Ángel Hernández

Parece que estoy de suerte: otra buena novela. Estoy atinando bien en la elección de lecturas en lo que va de año 2023. Tras Solo los muertos no caducan, de Álvaro Romero Bernal (Ediciones en Huida), he tenido el gusto de leer Anoxia, de Miguel Ángel Hernández (Editorial Anagrama), otro novelón.

De Miguel Ángel Hernández me causó impacto su anterior novela, El dolor de los demás, un relato de autoficción que, al igual que Anoxia, logra sobrecoger al lector. Fue por eso que cuando supe que iba a publicar nueva obra, no dudé en comprarla el mismo día de su lanzamiento.

Miguel Ángel Hernández, un maestro del arte y la fotografía

Anoxia es lo que denota la palabra, tal cual: «Falta casi total de oxígeno en la sangre o en tejidos corporales». El mundo que Miguel Ángel Hernández retrata en su obra es angustiante, no es para menos tratándose del arte de fotografiar la muerte. Desconocía que existiera ese tipo de fotografía, la de difuntos quiero decir. Desconocía que hubiera familias que contrataran a fotógrafos para captar una última instantánea de un ser querido fallecido. Hay escenas, pongamos por ejemplo la del niño muerto, con las que —lo confieso— estuve a punto de abandonar la lectura del libro. De modo que si son demasiado sensibles no les recomiendo esta novela, pero si aman la buena literatura, la que llega al alma y nos hace mejores, no pueden dejar de leerla.

Anoxia en el Mar Menor de Murcia

Anoxia es el relato de Dolores, una mujer de conciencia oscilante pero de gran ética, compromiso y responsabilidad. Fotógrafa y además viuda de fotógrafo, conoce a Clemente, un señor anciano que le presenta el mundo de la fotografía mortuoria. Y a través del dolor de los demás, Dolores resucita el dolor propio, el que le causa el recuerdo de su difunto marido. Pero gracias a Clemente vuelve a recuperar la pasión por la fotografía y su mirada original como profesional de ese arte. Y con ese entusiasmo, se arma de valor para retratar la agonía, la anoxia, del Mar Menor de Murcia.

Sentido de la obra

La novela de Hernández conmueve el alma y remueve las vísceras por momentos. También hace reflexionar acerca de la muerte, aunque más que la muerte la esencia de tal digresión reside en el sentimiento de quienes acompañan al difunto antes del estertor. ¿Qué importancia puede tener la última imagen de un ser querido para la familia? ¿Se puede captar el alma mientras abandona el cuerpo? ¿Por qué nos aferramos a una fotografía de una persona tras su muerte?

La historia que recoge Anoxia es una historia verosímil. Miguel Ángel Hernández retrata pasajes cargados de realismo, de vida, de realidad, de emociones ciertas. No existe un cliché en todo el relato. Tal vez el desenlace es lo que menos me ha convencido. No sé por qué a lo largo de mi lectura creí que Clemente escondía una historia diferente. El personaje es muy interesante, da la sensación de que es el más sensato y sabio de todos, pero porta una oscura historia que no se resuelve felizmente. Ahora bien, Dolores logra cerrar bien esa historia gracias a la importancia del tacto en el último momento de vida Clemente. Le pide a Vasil, su especie de mayordomo, que no se separe del señor y que le coja la mano para que no muera como murió su esposa.

Sobre el autor y su obra

Miguel Ángel Hernández Navarro (Murcia, 1977) es escritor y profesor de Historia del Arte en la Universidad de Murcia. Ha sido director del CENDEAC (Centro de Documentación y Estudios Avanzados de Arte Contemporáneo)  de Murcia, Research Fellow del Clark Art Institute (Williamstown, Massachusetts) y Society Fellow de la Society for the Humanities (Cornell University). Ha sido investigador principal del proyecto de I+D Temporalidades de la imagen: anacronismo y heterocronía en la cultura visual contemporánea y forma parte del Grupo Estudios Visuales: Imágenes, Textos, Contextos. Es subdirector de VISUM, el Centro de Estudios Visuales de la Universidad de Murcia.

Sus áreas de interés son el arte, la teoría y la cultura visual del mundo contemporáneo, con un especial énfasis en las visualidades de resistencia, tecnología, las políticas migratorias y las temporalidades antagónicas. Ha colaborado en revistas como ExitbookManifesta Journal, Aut-Aut, Estudios visualesDebats o Revista de Occidente. Es autor de varios ensayos de arte contemporáneo y cultura visual: El arte a contratiempo. Historia, obsolescencia, estéticas migratorias(Madrid, 20209, Materializar el pasado. El artista como historiador (benjaminiano) (Murcia, 2012), Art and Visibility in Migratory Culture (Ámsterdam, 2011; editor, junto a Mieke Bal), Robert Morris (San Sebastián, 2010), 2Move: Video Art Migration (Murcia, 2008; con Mieke Bal), El archivo escotómico de la modernidad: pequeños pasos para una cartografía de la visión (Madrid, 2007), La so(m)bra de lo Real: el arte como vomitorio (Valencia, 2006), Impurezas: el híbrido pintura-fotografía (Murcia 2004,  junto Pedro A. Cruz) o Cartografías del cuerpo (editor, junto a Pedro A. Cruz). 

Entre sus libros de ficción se encuentran: Cuaderno […] duelo (Murcia, 2011), Infraleve: lo que queda en el espejo cuando dejas de mirarte (Murcia, 2004), El bebedor de lágrimas (Murcia, 2008) o Demasiado tarde para volver (Murcia, 2008). Su primera novela, Intento de escapada (Barcelona, Anagrama, 2013; semifinalista del XXX Premio Herralde de Novela, Premio Ciudad de Alcalá de Narrativa y Premio La Culturería) ha sido traducida al francés (Éditions du Seuil), alemán (Wagenbach), italiano (E/O Edizioni), inglés (Hispabooks) y portugués (Betrand Brasil). Su segunda novela, El instante de peligro, también publicada por Anagrama, ha sido finalista del XXXIIII Premio Herralde Novela. El dolor de los demás (Anagrama, 2018), su más reciente novela, fue galardonada con el Premio Libro Murciano del Año.

Es autor de los diarios: Presente continuo (Murcia, 2015), Diario de Ithaca (Murcia, 2017) y Aquí y ahora (Madrid, 2019). Escribe semanalmente en el diario La Verdad su próximo diario: Tiempo por venir.

También ha sido comisario de exposiciones como Impurezas (Murcia, 2002), Peripheries of the Body (Nueva York, 2006), 2Move: Double Movement/Migratory Aesthetics (Murcia, Enkhuizen, Oslo, Belfast, 2007-2008, con Mieke Bal), Ursula Biemann: Sahara Chronicle (Murcia, 2008) o Mieke Bal: La última frontera (Murcia, 2011).

Desde 2013 colabora con el grupo curatorial 1er Escalón en la organización de exposiciones y actividades culturales. 

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